Por: Lic. Jose Armando Toribio
Los medios están obligados a producir información para cubrir las demandas de las televisiones, radios y periódicos digitales. La búsqueda de la verdad queda muy lejana en las preocupaciones de los creadores de información y, además, el trabajo hay que hacerlo demasiado deprisa.
El auge de los medios de comunicación ocurrido durante las últimas décadas, ha provocado, sin duda, una diversificación y transformación de los modos tradicionales de entregar la información al público.
La consecuencia en el ámbito de los medios es el cambio de naturaleza de los valores tradicionales de la comunicación: los medios dejan de ser instituciones de referencia social para convertirse en un negocio, una inversión; dejan de ser garantes y responsables de la libertad de expresión y se configuran como productores de entretenimiento
Actualmente se experimenta una situación muy difícil respecto a la credibilidad. Es común escuchar en todas partes se cuecen habas, como sinónimo de que algo no es totalmente creíble.
Esta prisa constituye la queja más habitual de los periodistas. La demanda de información lleva a un cambio en la naturaleza de la información como servicio, que se convierte en mercancía para su consumo.
Cada mañana los ciudadanos de nuestro país empiezan la jornada leyendo la prensa, escuchando la radio o viendo la televisión, sin ser conscientes de que tienen ante sus sentidos el arma más poderosa de nuestra época. En todo el mundo, gobiernos, terroristas, empresas y ONGs consideran prioritario transmitir su mensaje a través de los medios, lo que aumenta día a día su poder.
La disminución de la difusión de periódicos, su cada vez mayor concentración en un puñado de grupos industriales y su mayor dependencia de los intereses económicos de esos grupos caracterizan a la prensa escrita actual.
Pero la crisis tiene también causas internas, que obedecen principalmente a la pérdida de credibilidad de la prensa escrita. En primer lugar porque ésta pertenece cada vez más –como hemos visto– a grupos industriales que controlan el poder económico y que están en connivencia con el poder político.
La virtud (conducta ética) y la benevolencia (buena voluntad). La credibilidad va de la mano con la verdad, la objetividad, la independencia de criterio y la integridad profesional, toda vez que si el periodista o el medio poseen credibilidad quiere decir que jamás estuvieron involucrados o fueron juzgados por alguna mentira en la difusión y el comentario de las noticias.
Y también porque la parcialidad, la falta de objetividad, la mentira, las manipulaciones, o simplemente las imposturas, no cesan de aumentar. Sabemos que no existió ninguna época dorada de la información, pero actualmente esas desviaciones alcanzaron también a los diarios de calidad.
Eso se debe también a la gran cantidad de periodistas mal pagados, expuestos a la corrupción, trabajando en medios donde no hay divorcio entre gobierno y grupos económicos, medios agrupados en conglomerados.
Ojala y podamos tener medios de comunicación en donde la ética, la moral, la imparcialidad y la credibilidad sean el motor primordial del desarrollo, pero hay que lograrlo poniendo en funcionamiento esos valores que dan como resultado un buen periodismo.
"Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo."